MIÉRCOLES 28 ENERO
Hoy tengo cita con la mexicana aquella que me contactó la del concierto de Obama a las 9,30am. Salgo de casa un poco justa y, además, ha caido una nevada del 15. Asi que cojo un taxi. A mitad del puente de Williamsburg me arrepiento porque aquello no avanza nada ligero, pero ya no hay marcha atrás.
Resulta que todos los taxis de aquí llevan una pantalla en la parte trasera donde puedes ver el recorrido que estás haciendo y cuando he empezado a ver que iba en dirección contraria, se lo he comentado al taxista. Y coge y me dice que en lugar de: 90 Broadway Aven, había entendido la 19st con Broadway. Pero si yo no le dije street en ningún momento!! Vuelta para atrás. Llamo a la mexicana y le digo que voy tarde. Entonces, el taxista me dice que es cubano y que vivió hace años en Madrid. Así, nos pegamos todo el viaje hablando de Cuba, Miami, la gasolina, el comunismo, Venezuela y los clubes de salsa.
Al final del viaje, me descuenta su error y salgo a la calle metiendo el pie en un charco hasta el tobillo. Financial district está impracticable, no encuentro el número de la calle y llamo a Yuri para asegurarme dónde estoy. Entonces me dice que no es Broadway, sino solamente Broad. Pero como aquí abrevian todo, pensé que era Broadway!!
Cojo otro taxi para ir a la calle de al lado y salgo de la misma manera que el otro. Cuando llego a mi cita son las 10,30am (había quedado a las 9,30am!). Gracias a Dios, aquí todos son muy comprensibles con el tiempo.
Hablo con Yuri acerca de vinos. Hace tiempo que se dedica a esto y parece entender bastante. Me comenta que la crisis va a beneficiar al vino y la explicación tiene su lógica. La gente antes tomaba licores (cubatas) que cuestan 10-12 dólares y ahora buscan algo más barato de igual calidad, con lo cual toman copas de vino a 6-8$. Le gustan nuestros folletos. Que lo sepas Juan Carlos! Me comenta que quizá me pueda dar algún contacto, hablar con alguien… pero que los importadores trabajan últimamente con apoyo comercial de las bodegas. Al menos, 3 meses ó 4 al año. En fin, quién sabe…
Acaba la cita y me voy pitando a Grand Central Station. Es una central de trenes enooooorme y superbonita, con un aire antiguo, ya que conserva las antiguas ventanillas de tiquets. En la parte de abajo hay, por lo menos, una quincena de pequeños restaurants ó más bien puestecillos de todo tipo donde comer. Tengo media hora antes de pillar el tren a Roschefield, el pueblecito donde está la empresa de Patrick (Olé Imports, se llama, más spanish imposible!).
Al final, me decido por un indio y pido cordero al curry, que me sirven con un poco de arroz. Me encanta esta pluriculturalidad!!! A la 1 en punto cojo el tren y en media hora estoy allí. La zona ha cambiado enormemente. El pueblo está lleno de casitas con jardín, a excepción de la zona del centro que son edificios no muy altos. A pesar de que la empresa está cerca, las aceras están impracticables con tanta nieve, así que cojo un taxi. El muy jeta me cobra 5$, creo que me ha dado una vuelta de la leche, así que no le doy propina. Además, no lleva aparato para pagar con tarjeta.
Patrick llega un poco tarde. Me cuenta que le han robado el móvil. Más bien, se lo han quitado del coche. Más bien, luego me dice que no lo había cerrado. Más bien lleva 4 años sin cerrar las puertas del coche aparcado en su jardín. (Será la crisis que aprieta la delincuencia?).
Durante el tiempo que me toca esperar, estoy en una sala de reuniones con una pared llena de estanterías llenas de vinos. Este tio es un importador grande. Trabaja solo con vinos españoles, pero en un montón de estados. Nada más empezar la reunión me acribilla a preguntas: la región, la altura del viñedo, la capacidad de producción de la bodega, etc… Le explico un poco los vinos que tenemos y decide abrir las garnachas que me pidió. Abre hoja en su cuaderno y empieza a escribir de TODO: color, aroma, sabor… Prueba el Terrae, no dice mucho. Prueba el Viña Centuria… Le gusta. Prueba otra vez el Terrae… También le gusta. Lo que no le gustan son los precios. Bueno… todo podría hablarse!!! Me cuenta que el cliente busca vinos de 12,99 ó 15,99. No más. En fin, quedamos en que le enviaré nuestros vinos más económicos para que los pruebe.
Al irme, le pido por favor que me llame un taxi. El pueblo es demasiado pequeño y casi no hay taxis por la calle. Y andar se hace imposible. Al final, se empeña en que le resulta más rápido llevarme a la estación que pedir un taxi. En 2 minutos estamos allí. Definitivamente el anterior taxista me timó. Qué cabrón!
Hoy tengo cita con la mexicana aquella que me contactó la del concierto de Obama a las 9,30am. Salgo de casa un poco justa y, además, ha caido una nevada del 15. Asi que cojo un taxi. A mitad del puente de Williamsburg me arrepiento porque aquello no avanza nada ligero, pero ya no hay marcha atrás.
Resulta que todos los taxis de aquí llevan una pantalla en la parte trasera donde puedes ver el recorrido que estás haciendo y cuando he empezado a ver que iba en dirección contraria, se lo he comentado al taxista. Y coge y me dice que en lugar de: 90 Broadway Aven, había entendido la 19st con Broadway. Pero si yo no le dije street en ningún momento!! Vuelta para atrás. Llamo a la mexicana y le digo que voy tarde. Entonces, el taxista me dice que es cubano y que vivió hace años en Madrid. Así, nos pegamos todo el viaje hablando de Cuba, Miami, la gasolina, el comunismo, Venezuela y los clubes de salsa.
Al final del viaje, me descuenta su error y salgo a la calle metiendo el pie en un charco hasta el tobillo. Financial district está impracticable, no encuentro el número de la calle y llamo a Yuri para asegurarme dónde estoy. Entonces me dice que no es Broadway, sino solamente Broad. Pero como aquí abrevian todo, pensé que era Broadway!!
Cojo otro taxi para ir a la calle de al lado y salgo de la misma manera que el otro. Cuando llego a mi cita son las 10,30am (había quedado a las 9,30am!). Gracias a Dios, aquí todos son muy comprensibles con el tiempo.
Hablo con Yuri acerca de vinos. Hace tiempo que se dedica a esto y parece entender bastante. Me comenta que la crisis va a beneficiar al vino y la explicación tiene su lógica. La gente antes tomaba licores (cubatas) que cuestan 10-12 dólares y ahora buscan algo más barato de igual calidad, con lo cual toman copas de vino a 6-8$. Le gustan nuestros folletos. Que lo sepas Juan Carlos! Me comenta que quizá me pueda dar algún contacto, hablar con alguien… pero que los importadores trabajan últimamente con apoyo comercial de las bodegas. Al menos, 3 meses ó 4 al año. En fin, quién sabe…
Acaba la cita y me voy pitando a Grand Central Station. Es una central de trenes enooooorme y superbonita, con un aire antiguo, ya que conserva las antiguas ventanillas de tiquets. En la parte de abajo hay, por lo menos, una quincena de pequeños restaurants ó más bien puestecillos de todo tipo donde comer. Tengo media hora antes de pillar el tren a Roschefield, el pueblecito donde está la empresa de Patrick (Olé Imports, se llama, más spanish imposible!).
Al final, me decido por un indio y pido cordero al curry, que me sirven con un poco de arroz. Me encanta esta pluriculturalidad!!! A la 1 en punto cojo el tren y en media hora estoy allí. La zona ha cambiado enormemente. El pueblo está lleno de casitas con jardín, a excepción de la zona del centro que son edificios no muy altos. A pesar de que la empresa está cerca, las aceras están impracticables con tanta nieve, así que cojo un taxi. El muy jeta me cobra 5$, creo que me ha dado una vuelta de la leche, así que no le doy propina. Además, no lleva aparato para pagar con tarjeta.
Patrick llega un poco tarde. Me cuenta que le han robado el móvil. Más bien, se lo han quitado del coche. Más bien, luego me dice que no lo había cerrado. Más bien lleva 4 años sin cerrar las puertas del coche aparcado en su jardín. (Será la crisis que aprieta la delincuencia?).
Durante el tiempo que me toca esperar, estoy en una sala de reuniones con una pared llena de estanterías llenas de vinos. Este tio es un importador grande. Trabaja solo con vinos españoles, pero en un montón de estados. Nada más empezar la reunión me acribilla a preguntas: la región, la altura del viñedo, la capacidad de producción de la bodega, etc… Le explico un poco los vinos que tenemos y decide abrir las garnachas que me pidió. Abre hoja en su cuaderno y empieza a escribir de TODO: color, aroma, sabor… Prueba el Terrae, no dice mucho. Prueba el Viña Centuria… Le gusta. Prueba otra vez el Terrae… También le gusta. Lo que no le gustan son los precios. Bueno… todo podría hablarse!!! Me cuenta que el cliente busca vinos de 12,99 ó 15,99. No más. En fin, quedamos en que le enviaré nuestros vinos más económicos para que los pruebe.
Al irme, le pido por favor que me llame un taxi. El pueblo es demasiado pequeño y casi no hay taxis por la calle. Y andar se hace imposible. Al final, se empeña en que le resulta más rápido llevarme a la estación que pedir un taxi. En 2 minutos estamos allí. Definitivamente el anterior taxista me timó. Qué cabrón!