1 FEBRERO
He dormido genial en esta supercama. Casi ni me acordaba de que Julia estaba allí al otro lado. Así que nos despertamos con energía para atacar la ciudad previo brunch. Tenemos ganas de probar un american breakfast de estos que hacen a media mañana y ellos llaman ya brunch. Pero son las 10 y parece que está todo cerrado porque abren a las 11. Me parece muuuuuuuy fuerte. Así que nos tomamos un zumo y un croissant y vamos a por el metro.
Pillamos una tarjeta de 5$ porque aquí el metro va como los trenes y te cobran según trayecto y como no sabemos muy bien, pues echamos 5$. Nuestra primera parada es el Pentágono.
Para las visitas es necesario concertar cita con antelación, lo cual no hemos hecho. Pero vamos de todas formas a curiosear un poco. Y cuando llegamos nos quedamos flipando porque la parada del metro está casi pegando a uno de sus cinco laterales. Nos imaginamos un perímetro de distancia de seguridad o algo así… pero nada. Lo único que no te dejan hacer es fotos muy cerca de los muros. La pared está llena de ventanas y sólo nos podemos imaginar a las 23.000 personas que trabajan allí adentro. Para nuestra sorpresa, nos encontramos con un memorial de las víctimas del 11-s. Esta ciudad está llena de memoriales que aparecen en las guias, pero este todavía no. Es muy sencillo, con unos pequeños monumentos que parecen bancos con agua por debajo para cada una de las 180 víctimas del atentado. En el avión iban 59 y el resto eran trabajadores del Pentágono, que quedó destrozado en un 20%.
Hacemos las fotos de rigor y nos vamos al Cementerio Nacional de Arlington, que queda a una parada de metro. Allí se encuentran unas 300.000 tumbas de soldados estadounidenses muertos en los principales conflictos del país (que no han sido pocos) desde la guerra de la Independencia hasta la actualidad. Es sorprendente ver todas las lápidas iguales, blanquitas, pequeñitas, alineadas sobre el césped verde (imagino que en verano estára más bonito porque ahora está sequillo después de las nevadas) en filas todas iguales. No puedo dejar de acordarme de los viñedos de Lecera. No porque estén muertos! Sino por estar tan alineados en la colina. Visitamos primero la tumba de Kennedy, donde Jacky hizo poner una llama que siempre está encendida. Allí están ellos dos y sus hijos. Luego, vamos a la tumba de los desconocidos, un templo que recuerda a las miles de personas cuyos cuerpos no fueron reconocidos. Tenemos suerte (por fin) y llegamos a la una, cuando se hace el cambio de guarda. Me resulta muuuuy diferente al cambio de guarda del mismo memorial de Moscú, pues estos americanos dan pasos muy sigilosos, como si trataran de no despertar a nadie allí yaciente. Aunque viene un superior y nos ordena a grito pelado ponernos de pie ante aquel acto militar. Se pegan casi 20 minutos para cambiar la guardia.
Después de ello, salimos pitando porque aún queremos pasar por el memorial de Lincoln antes de ir a Chinatown, donde van a celebrar el Año Nuevo Chino. Tras casi media hora de camino andando, llegamos al memorial de Lincoln, un edificio enorme, muy parecido al Partenon, subido en una colina, desde donde un Lincoln de 3 metros divisa sentado en un sillón el monolito del Washington Monument tras una piscina larguísima. En 1963, 200.000 personas se reunieron allí a favor de los derechos civiles y Martin Luther KIng pronunció su famoso discurso “I have a dream”.
Muy cerca, se encuentra el Memorial de los veteranos de Vietnam. Son dos triángulos de mármol negros clavados en la tierra (uno mira al Lincoln Memorial y otro al Washington Monument) donde están los nombres de todos los que murieron en la guerra de Vietnam desde el 1959 hasta el 1975. Varios veteranos (alguno de ellos mutilados) están allí para informar al visitante.
Nos vamos corriendo a Chinatown. Nos hemos perdido el desfile pero esperamos llegar a la traca final que será a las 3,45pm. La calle está abarrotada de gente. Conseguimos ver al fondo algunos dragones que suben y bajan sus cabezas. Y, después de hacernos un sitio bastante cerca y de esperar de pie (moliéndonos los riñones) una hora de reloj… suspenden el evento. Y todavía no sabemos el por qué. Nos hemos quedado a comer en un restaurante de alli pero nadie sabia nada. Por cierto, nos traen de postre las galletitas de la suerte con mensaje incluido. A Julia le habla del amor y a mí del Carnaval. El destino...
Para bajar la comida, damos un paseito y descubrimos el museo del retrato muy cerca de allí, y además, cierra a las 7. Así que damos una vuelta. Obviamente en el apartado de “new arrivals” hay un retrato de Obama que aquí en Washington está en todas partes. De hecho, ayer estuvimos en una tienda enorme en la que solo vendian souvenirs de Obama y en un centro comercial hemos visto una pancarta en toda una pared donde le daban la bienvenida a Mr. President.
Ya de vuelta a casa, intentamos buscar un bar donde ver el comienzo de la superbowl. Hoy es el primer dia de partido. Y mientras buscamos béisbol en la tele, todas tienen rugby. Qué extraño! Obviamente, al llegar al hotel, más que muertas, nos damos cuenta de que la superbowl es de rugby.
He dormido genial en esta supercama. Casi ni me acordaba de que Julia estaba allí al otro lado. Así que nos despertamos con energía para atacar la ciudad previo brunch. Tenemos ganas de probar un american breakfast de estos que hacen a media mañana y ellos llaman ya brunch. Pero son las 10 y parece que está todo cerrado porque abren a las 11. Me parece muuuuuuuy fuerte. Así que nos tomamos un zumo y un croissant y vamos a por el metro.
Pillamos una tarjeta de 5$ porque aquí el metro va como los trenes y te cobran según trayecto y como no sabemos muy bien, pues echamos 5$. Nuestra primera parada es el Pentágono.
Para las visitas es necesario concertar cita con antelación, lo cual no hemos hecho. Pero vamos de todas formas a curiosear un poco. Y cuando llegamos nos quedamos flipando porque la parada del metro está casi pegando a uno de sus cinco laterales. Nos imaginamos un perímetro de distancia de seguridad o algo así… pero nada. Lo único que no te dejan hacer es fotos muy cerca de los muros. La pared está llena de ventanas y sólo nos podemos imaginar a las 23.000 personas que trabajan allí adentro. Para nuestra sorpresa, nos encontramos con un memorial de las víctimas del 11-s. Esta ciudad está llena de memoriales que aparecen en las guias, pero este todavía no. Es muy sencillo, con unos pequeños monumentos que parecen bancos con agua por debajo para cada una de las 180 víctimas del atentado. En el avión iban 59 y el resto eran trabajadores del Pentágono, que quedó destrozado en un 20%.
Hacemos las fotos de rigor y nos vamos al Cementerio Nacional de Arlington, que queda a una parada de metro. Allí se encuentran unas 300.000 tumbas de soldados estadounidenses muertos en los principales conflictos del país (que no han sido pocos) desde la guerra de la Independencia hasta la actualidad. Es sorprendente ver todas las lápidas iguales, blanquitas, pequeñitas, alineadas sobre el césped verde (imagino que en verano estára más bonito porque ahora está sequillo después de las nevadas) en filas todas iguales. No puedo dejar de acordarme de los viñedos de Lecera. No porque estén muertos! Sino por estar tan alineados en la colina. Visitamos primero la tumba de Kennedy, donde Jacky hizo poner una llama que siempre está encendida. Allí están ellos dos y sus hijos. Luego, vamos a la tumba de los desconocidos, un templo que recuerda a las miles de personas cuyos cuerpos no fueron reconocidos. Tenemos suerte (por fin) y llegamos a la una, cuando se hace el cambio de guarda. Me resulta muuuuy diferente al cambio de guarda del mismo memorial de Moscú, pues estos americanos dan pasos muy sigilosos, como si trataran de no despertar a nadie allí yaciente. Aunque viene un superior y nos ordena a grito pelado ponernos de pie ante aquel acto militar. Se pegan casi 20 minutos para cambiar la guardia.
Después de ello, salimos pitando porque aún queremos pasar por el memorial de Lincoln antes de ir a Chinatown, donde van a celebrar el Año Nuevo Chino. Tras casi media hora de camino andando, llegamos al memorial de Lincoln, un edificio enorme, muy parecido al Partenon, subido en una colina, desde donde un Lincoln de 3 metros divisa sentado en un sillón el monolito del Washington Monument tras una piscina larguísima. En 1963, 200.000 personas se reunieron allí a favor de los derechos civiles y Martin Luther KIng pronunció su famoso discurso “I have a dream”.
Muy cerca, se encuentra el Memorial de los veteranos de Vietnam. Son dos triángulos de mármol negros clavados en la tierra (uno mira al Lincoln Memorial y otro al Washington Monument) donde están los nombres de todos los que murieron en la guerra de Vietnam desde el 1959 hasta el 1975. Varios veteranos (alguno de ellos mutilados) están allí para informar al visitante.
Nos vamos corriendo a Chinatown. Nos hemos perdido el desfile pero esperamos llegar a la traca final que será a las 3,45pm. La calle está abarrotada de gente. Conseguimos ver al fondo algunos dragones que suben y bajan sus cabezas. Y, después de hacernos un sitio bastante cerca y de esperar de pie (moliéndonos los riñones) una hora de reloj… suspenden el evento. Y todavía no sabemos el por qué. Nos hemos quedado a comer en un restaurante de alli pero nadie sabia nada. Por cierto, nos traen de postre las galletitas de la suerte con mensaje incluido. A Julia le habla del amor y a mí del Carnaval. El destino...
Para bajar la comida, damos un paseito y descubrimos el museo del retrato muy cerca de allí, y además, cierra a las 7. Así que damos una vuelta. Obviamente en el apartado de “new arrivals” hay un retrato de Obama que aquí en Washington está en todas partes. De hecho, ayer estuvimos en una tienda enorme en la que solo vendian souvenirs de Obama y en un centro comercial hemos visto una pancarta en toda una pared donde le daban la bienvenida a Mr. President.
Ya de vuelta a casa, intentamos buscar un bar donde ver el comienzo de la superbowl. Hoy es el primer dia de partido. Y mientras buscamos béisbol en la tele, todas tienen rugby. Qué extraño! Obviamente, al llegar al hotel, más que muertas, nos damos cuenta de que la superbowl es de rugby.