miércoles, 4 de marzo de 2009

CHICAGO I















6
FEBRERO

Hoy nos levantamos temprano para ir a Chicago. Llamamos al tlf de un taxi que me dijo que no habría problema en llamar por la mañana, pero no contesta. Así que, con el agua al cuello y sin estar muy convencidas de lograrlo, salimos a la calle a por un taxi. Por suerte, en 5 min conseguimos uno y en 15 minutos llegamos al aeropuerto de Laguardia por 20$. Perfect! Al final, lo que más cuesta pasar es el control de seguridad porque todo el mundo debe quitarse los zapatos y sacar el ordenador de la mochila y mostrar los líquidos… y todo lo demás. Pero en unas horas estamos en Chicago y, seguidamente, cogemos un bus para ir a Rockford, el pueblo donde vive la hermana de Julia. Carmen nos recoge en una especie de centro comercial. Llega con un coche superantiguo que parece sacado de una peli de ganster con el tapizado en terciopelo granate y un maletero enorme. Y es que en estos pueblos, o tienes coche o no eres nadie porque todas las casas están aisladas y desperdigadas por calles largas, largas y, de vez en cuando hay una zona comercial o un bar de carretera. Así a primera vista, yo diría que se parece bastante al estilo de pueblo Springfield en los Simpson.

Carmen nos recoge en su hora libre y todavía le quedan un par de clases, así que nos vamos a su cole y nos enseña las instalaciones. Ella es profesora de bilingüe, esto es que da clase a los niños de habla española que necesitan aprender inglés. Al contrario de lo que pudiera parecer, en USA ser bilingüe no es algo muy bueno, tal y como pensariamos en España. Aquí ser bilingüe no significa que sabes dos idiomas, sino que hablas español y todavía tienes que aprender el inglés bien. Es por esto que en su clase todos los niños son mexicanos, en su mayoría. El colegio es superauténtico, con sus taquillas en los pasillos, sus postres en las paredes, zonas de lectura con sofas y juguetes… Aquí tienen un sistema de educación bastante más interactivo que en España, con más libertad de movimiento diría yo. Y eso que un profesor debe acompañar a los alumnos de clase a clase cuando cambian de asignatura… Carmen nos cuenta que en ocasiones, los niños de 4º ó 5º de primaria, van a la clase de los más pequeños (de 3 años) y les enseñan a leer. En ocasiones son los mayores los que leen a los pequeños y, en otras, los pequeños a los mayores. Es por esto que cuando entramos a la clase de los peques, un par se nos acercan a Julia y a mí con un libro en la mano y nos preguntan si queremos leer con ellos. Julia se queda con un negrito que parece un raperillo en miniatura. Es flipante, con la cazadora grande, los vaqueros caidos, las zapatillas de colores, la gorra… Seguro que su padre y sus hermanos mayores van igual!!! Y yo me quedo con un americanillo rubio con cara de malo y la nariz llena de mocos que me viene a leer Jen, the Hen (la gallina Jen). De vuelta a la clase de Carmen, nos encontramos con un cartel en el pasillo que pone: “BEST STUDENTS, BEST TEACHERS, BEST SCHOOL”. Aquí hay tantas escuelas que da la sensación de que compitan entre ellas por ser las mejores y, al fin y al cabo, es el espíritu del país… Por si a alguien le interesa, están muy necesitados de profesores en todo USA!!!! Hasta en Nueva York puedes ver carteles en el metro que animan a la gente a hacerse profesor/a de escuela.

Ya por la tarde, Carmen nos da una vuelta en coche por el pueblo y, realmente, parece enorme por lo disperso de las casas, los malls, los restaurantes… ciertamente aquí sin coche no eres nadie!

A eso de las 10 quedamos para cenar en un sitio superamericano: es el típico restaurante de carretera cuyo perfil está iluminado con lucecitas donde sirven BBQ (barbacoa). Estamos Carmen y su novio (que es peruano), un amigo de Paraguay, una chica de Barcelona y luego llegan una americana y otro peruano. Aquí también abundan los latinos…

Pedimos unos combos para compartir y nos llegan servidos en una tapadera de esas grandes de cubo de basura metálico. Como si fuera una paellera grande. En cada una de ellas hay costillas, pollo, patatas fritas, carne mechada y unas madalenas muy típicas que les llaman cornbread. Para acompañar, por supuesto, salsa barbacoa… de 6 tipos diferentes!!! La verdad es que estaba para morirse. Bueno, bueno!!!

Aun después de la cena, cogemos, bueno, no! Agarramos unas cervezas (para los sudamericanos coger es follar) y nos vamos a casa del de Paraguay, que tiene una pedazo de casa de 3 plantas con bar-discoteca en el sotano y hacemos un poco de karaoke improvisado y nos echamos unas risas. Volvemos a casa muerrrrrrrrrtas después de un madrugón de la leche.

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